lunes, 16 de julio de 2018

El monstruo de la cama

Eran muy felices con su bebé, después de mucho tiempo de haber intentado ser padres por fin lo habían logrado. Todo era felicidad en su casa hasta que...

Empezaron a notar algo raro en él, no dormía y comía más de lo normal. Todas las noches despertaba a sus padres llorando por hambre.

-Haz notado que está creciendo más de lo que debería- comentaba la madre a su esposo.

-Es de esperarse- decía el padre -Si come mucho se notará más su crecimiento.

-Pero apenas tiene dos meses de nacido y ya pesa como si tuviera un año y no duerme.

-No hay de que preocuparse cariño, no hay nada de malo.

Pero todas las noches los despertaba llorando, quería comer más y más.

Lo que el esposo no le había contado a su mujer es que para poder concebir a su hijo había consultado a un doctor que le recetó unas pastillas, según él, de la fertilidad, las cuales tomó durante meses, esas pastillas lograron que pudiera tener al hijo que tanto deseaba, pero eran pastillas experimentales que aceleraban el crecimiento celular.

-Amor, no puedo creerlo, tiene tres meses de haber nacido y ya tiene dientes- le decía la mujer a su esposo de forma alarmada.

-Exageras mujer, es normal.

Pero al revisarle la boca al bebé, cayó en la cuenta de que no, no había nada normal en eso. Su boca estaba llena de dientes, o más bien de colmillos, similares a  los de un tiburón.

Pasaron unos días, los vecinos del joven matrimonio no los habían visto, algo estaba mal en su casa, percibían un olor putrefacto, tuvieron que llamar a la policía para cerciorarse de que todo estaba bien.

La policía llegó, tuvieron que forzar la puerta y al abrirla, el olor era el más horrible. Entraron cautelosamente, estaba oscuro. Uno de los policías había pisado algo pegajoso, excremento. Con las lámparas lograron ver el piso y las paredes llenas de sangre.

-¿Mamá? - escucharon una voz, provenía del cuarto del fondo- ¿Mamá?

Entraron, vieron a una extraña criatura bañada en sangre sobre la cama, colmillos, garras, medía aproximadamente un metro de altura.

El bebé tenía hambre, no tuvo más remedio que comerse a sus propios padres. Los policías no tuvieron más remedio que dispararle, varios de ellos resultaron con mordeduras pero vivieron para contarlo.

***

Mientras tanto, en la antesala de una clínica, una pareja que no había logrado tener hijos hasta ahora, esperaba ser atendida por un médico el cual decían, tenía unas pastillas milagrosas para la fertilidad.

FIN