martes, 6 de marzo de 2018

La niña

Por Luis Aldana.
6 de marzo del 2018.

La niña corría lo más fuerte que sus pequeñas piernas podían.

¿De qué huía?

Tal vez ni ella estaba consciente, sólo quería encontrar un refugio, un lugar donde no existiera el miedo.

Cuando corría veía todo nubloso a su alrededor, una mezcla de fuego, viento, arena, no tenía una imagen clara de lo que veía, sólo quería escapar.

Pero como todo ser humano, entre más corre, en un momento dado encuentra algo con qué tropezar y caer. Así le pasó a la niña, cayó boca abajo ¿qué la hizo tropezar? No lo sabía, lo que sí sabía era que había encontrado paz al dejar de correr.

Ya en el suelo logró aclarar su vista, lo que veía a su alrededor era luz, nubes de colores, un hermoso arcoíris, pero sobre todo paz, aquello que la atormentaba ya no existía, aquello que no podía explicar porque tal vez era muy pequeña.

Sólo escuchaba una voz, una voz que le decía que todo estaría bien, una voz de mujer que la consolaba, que le aseguraba que siempre estarían juntas, esa mujer le pedía perdón por ponerlas en esa situación, una situación de miedo, sin futuro para ninguna de ellas.

La mujer le decía que no tuviera miedo, que no se moviera, que a partir de ese momento ella la protegería como no se atrevió a hacerlo anteriormente.

Pero ¿de qué la tenía que proteger? Ella sólo sentía paz al escucharla, se sentía segura y por fin la veía, se acercaba a ella cada vez más y le tendía una mano, la veía, con el rostro lleno de lágrimas, lágrimas de arrepentimiento.

La mujer se acercó a ella, la tomó de la mano y le dijo:

-Mi niña, perdóname, perdóname porque obedecí a tu padre y no te dejé nacer, no te protegí, no te defendí, pero ahora estaremos juntas y no habrá nadie que pueda separarnos.

FIN

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